El ESTRÉS situacional (Parte II)
No dejes que el resultado de tu APTO no dependa de ti mism@
El pasado 27 de noviembre de 2021 sobre las 21:30 horas un varón de 30 años se encontraba amenazando con un arma blanca a su familia en una calle de Vallecas (Madrid). Los agentes de Policía Nacional desplazados abatieron a tiros a dicho hombre tras que éste amenazara a su propia madre con un cuchillo y se abalanzara contra los agentes en Vallecas. Tras disparar para neutralizar al varón y tras los intentos de reanimación, finalmente ha fallecido.
La gran mayoría de las personas jamás se han encontrado ante la experiencia de tener que reaccionar ante situaciones de alto riesgo o peligro inminente para sus vidas o en auxilio de terceras personas. Incluso aquellos profesionales que puedan parecer más preparados, como militares, policías o demás profesionales de la seguridad, no muestran diferencias (Pablos, González y López, 2020).
Para poder hacer un trabajo preventivo eficaz es fundamental conocer la cadena de reacciones (emocionales, cognitivas, conductuales, fisiológicas o instintivas) que una persona experimenta ante una situación de riesgo racionalmente grave para su vida. Saber la probabilidad de que aparecerán distorsiones visuales (se habla de reducciones en visión periférica de hasta un 79%), auditivas (disminución del sonido de hasta el 84%) y la pérdida de parte de las habilidades motoras (ralentización de movimiento hasta un 62%) conseguirá que las personas sean más conscientes de ellas, se tendrán más presentes y así, una vez llegado el momento de su aparición, estas no serán tan sorprendentes.
En función de la intensidad de la situación de estrés a la que se vea sometida la persona en cuestión, sus reacciones negativas que puede experimentar no responden a la ley del todo o nada, sino que se ven moderadas o acentuadas, así:
- Por debajo del promedio de 115 ppm (pulsaciones por minuto), el cuerpo se encuentra en hipoestrés o estrés negativo, también llamado «distrés por falta de activación; probablemente en este punto no se tenga plena consciencia del suceso o amenaza. Respecto a habilidades motoras, en este nivel todavía se puede hablar de dominio de la habilidad fina o destreza digital que nos permiten accionar pequeñas palancas o manipular objetos de un tamaño pequeño con cierta precisión, como es el disparar un arma.
- Cuando el ritmo cardiaco se encuentra entre las 115 y 145 ppm, se está en plenas facultades para afrontar el suceso. Además, se tiene una buena visión periférica y una buena capacidad cognitiva que permite tomar decisiones con claridad. A esta fase se la denomina como «eustrés» o estrés positivo. En cuanto a nivel motor, empezarían a desaparecer las habilidades finas, estando presente la denominada habilidad motora compleja que permite efectuar varias tareas a la vez como utilizar el arma, aplicar un TQT o agente hemostático y dar o recibir instrucciones por la radio.
- Cuando se sobrepasa el umbral promedio de 145 ppm la situación cambia. En una primera horquilla entre 145 y 175 ppm, el proceso cognitivo se deteriora y se empieza a no pensar con claridad. Incluso la persona puede experimentar la citada anteriormente exclusión auditiva, llegando a perderse hasta un 80 % de la capacidad de audición. Pasada la barrera de las 175 pero manteniéndose hasta un máximo de 200 ppm, se pierde la visión periférica y se disminuye la visión de profundidad, fenómeno denominado como efecto túnel o visión túnel. Superando las 200 ppm, se sufren lagunas en la memoria sobre lo sucedido, lo que se conoce como «amnesia por estrés crítico». A nivel motor, la última habilidad en desaparecer ante una situación de estrés extrema será la gruesa, ya que implica menos destrezas, bombeando más sangre a los brazos y piernas con el propósito de otorgar al organismo la capacidad de huir, atacar o bien de defenderse
En las primeras 24 horas, es muy frecuente que el individuo recuerde solo un 30% de lo sucedido y, alcanzadas las 48 horas, pueda acordarse de la mitad. Habrá que esperar entre 72 y 100 horas para que la persona pueda recordar casi dos tercios de lo vivido o un 95 %.
Comentan los autores que, en cerca de la mitad de las situaciones, se sufrirá una pérdida de memoria de parte de los sucesos vividos (52 %) y de algunas acciones realizadas (46 %). Por otro lado, en menor medida experimentará una disociación o separación de sucesos (39 %), pensamientos de distracción intrusiva (26 %), pero también de distorsión de la propia memoria y de sentidos como la vista y el oído (21 %). Por último, con una incidencia del 10 %, se ha detectado que la persona podría sentir cierta sensación de parálisis temporal.
Hasta aquí se ha visto las repercusiones a nivel biofisiológico pero, ¿qué sucede a un nivel cognitivo psicológico como es el proceso de TOMA DE DECISIONES?
Los autores hablan del acrónimo OODA para señalar las distintas etapas del proceso por el que pasan la mayoría de nuestras acciones, seamos conscientes o no, y sintetiza las fases regulares para la toma de decisiones.
Cada sigla responde a la inicial de la fase específica que tiene lugar:
- O de OBSERVAR: fase donde se toma consciencia de lo que está sucediendo, recolectando información sobre el suceso e intentando entender lo que está pasando. En esta fase se debe filtrar la información con velocidad para evitar perder tiempo en la futura toma de decisiones
- O de ORIENTAR: en esta fase se contrasta la información recibida en la etapa previa de observación con la interna sobre el tipo de suceso que se está viviendo con el fin de canalizar dicha información a la hora de tomar decisiones.
- D de DECIDIR: tras el análisis de toda la información, se debe evaluar la acción y sus efectos asumiendo que el resultado será predictivo.
- A de ACTUAR: como consecuencia de la decisión, comienza la acción.
Pero el proceso visto de Toma de Decisiones ¿se produce independientemente del tipo de situación? No. En situaciones de alto nivel de estrés la toma de decisiones no es viable, puesto que se habrá perdido la capacidad de aportar una respuesta cognitiva, dejando con esto el ciclo en solo las fases de observación, orientación y directamente acción.
Por todo ello, para que el resultado de las acciones llevadas a cabo sea el idóneo, se precisa de un entrenamiento previo tan consolidado que lleve a realizar una acción sobre la base de una respuesta emocional no cognitiva o respuesta inmediata.
Por tanto, tanto el Conocimiento del proceso como el Entrenamiento sobre él mejorará el rendimiento en situaciones críticas.
CONCLUSIONES
El conocer de antemano las posibles reacciones que se experimentarán en situaciones críticas, como puede ser una entrevista de oposición, hace que la posibilidad de que nos sorprendan se vea reducida, interfiriendo por tanto en menor medida en nuestro comportamiento durante la misma.
No hay grandes atajos o trucos para intentar llegar a ser capaz de controlar el propio comportamiento ante situaciones donde nos jugamos mucho. Es más, no existe la garantía de éxito al 100%. Por tanto ¿cuál es la mejor solución ante el panorama expuesto? En reducir las posibilidades de que nos veamos sobrepasados al mínimo ¿y cómo se materializa? No solo con el conocimiento sobre los aspectos que nos van a evaluar sino sobre la base de un entrenamiento (metodología ya vista en la anterior entrada del blog) que logre que ante situaciones de estrés permita hacer una transición fluida y directa entre lo que se observa, como se interpreta y lo que se puede hacer al respecto.
NO DEJES QUE TU “APTO” NO DEPENDA DE TI MISM@
Pablos Camacho, D., González Cantero, J., & López Rocha, E. (Julio – Agosto, 2020). El estrés en situaciones extremas. POLICIA, nº345, 28–31.
¿Quieres Hackear tu entrevista para evitar esa sensación? REGÍSTRATE
Etiqueta:Entrevista, Estrés, Factores, Guardia Civil, Personalidad, Policía Local, Policía Nacional